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Archive for the ‘Uncategorized’ Category

Hace algunas semanas el autor de Tienes 5 segundos, Juan Carlos Camus, visitó www.periodismoucv.cl . Oportunidad donde explicó los fundamentos de la nueva narrativa que comienza a reestructurar el periodismo.

Respecto de lo que él nos conversó he querido hacer un breve comentario de lo que me pareció, constituye un gran desafío para los nuevos profesionales de la prensa: pasar de la concepción de masa a la de comunidad.

No se trata de un nuevo concepto de la profesión, sino de una reformulación de las labores típicas de generación y distribución de la informaron realizadas por el periodista.

Informaciones que hasta ahora, muchas veces, emanan de las instituciones oficiales y son formuladas por las entidades o medias tradicionales.

Básicamente, lo que señala Camus es que el periodista seguirá contando historias, pero de un manera diferente.

Una narrativa periodística donde la información se transforma en aplicación y aquel lector inerte – el mero engullidor de información- que sólo leía datos comienza a interactuar y agregarle valor a los mismos.

Es por eso que la figura del “lector” pasa a convertirse en la de “usuario” y no porque use y/o abuse de un computador, sino porque está dispuesto a completar los diferentes contenidos que le interesan.

Un panorama que nos adiciona la labor de desarrollar y orientar el uso de nuevas y diversas aplicaciones que permitan al destinatario generar diversos significados.

Hablamos, básicamente, de una labor periodística capaz de crear contenidos de calidad, interactivos y siempre a parir de la experiencia ¿de quién? del usuario.

Una labor difícil para todo periodista, puesto que ya no es su experiencia ni la de la oficialidad la que guiará la agenda noticiosa.

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No creo que exista alguien que quiera calcular cuánto tiempo de su vida ha desperdiciado navegando por Internet.

Saber, por ejemplo, cuántas veces se ha dado por vencido antes de que el sitio se dignara en cargar; o cuántas otras, cedió ante la complejidad que el mismo le imponía.

Sucede que la mayoría de las webs traen consigo su propia burocracia, tan aturdidora y abusiva como aquella que caracteriza al Estado moderno.

Pero la diferencia está en que “la Web” se ha convertido en uno de los productos de consumo más usados y de crecimiento exponencial en el mundo contemporáneo, sin embargo, no existe ningún mecanismo que regule, legalmente, su calidad.

Es así como, sin más, llega a nuestras manos violando todo principio de Usabilidad. ¿Paradójico o no?

Una situación que dista bastante de lo observado en el resto del mercado, donde cualquier producto de consumo básico debe pasar por estrictos controles de calidad antes ser usable.

De no ser así, nos veríamos constantemente expuestos a productos de dudosa calidad que podrían afectar, por ejemplo, nuestra salud o retardar nuestro entendimiento. Lamentablemente, eso sí sucede con el uso de Internet.

¿Quién vela por nuestro tiempo que es valioso? ¿quién cuida de nuestras retinas haciendo de nuestra navegación algo expedito? y ¿quién aplaca la frustración que nos provocan todos esos inconvenientes?.

La respuesta es: nadie, porque Internet aún es “tierra de nadie”. Entonces ¿Quién convierte en realidad la quimera de la Usabilidad?.

Esperar señales de cambio de parte de los estados o confiar en el mercado, es pecar de ingenuidad si todo el estanco de Internet parece ser su más cercano alter ego. 

Es de esperar, entonces, que  The World Wide Web Consortium pueda convertir en realidad la falacia que hasta ahora es la Usabilidad. Por lo menos ya hizo, fijando algunos parámetros que deberían ser reglamentados.

Identidad
El logotipo está en un lugar destacado.
El tagline es descriptivo.
La página de inicio puede interpretarse en 5 segundos.
Acceso claro a la información de la compañía.
Acceso claro a la información de contacto.

Navegación
El menú de navegación se identifica claramente.
Las etiquetas del menú son claras y concisas.
El número de botones/enlaces es razonable.
El logotipo enlaza a la página de inicio.
Los enlaces son consistentes y fácilmente identificables.
Fácil acceso del buscador interno del sitio web.

Contenido
Las cabeceras son claras y descriptivas.
El contenido principal se sitúa por encima del pliegue.
Los estilos y colores son consistentes.
El uso de negrita es moderado.
La publicidad y los pop-ups no son intrusivos.
El texto es conciso y descriptivo.
Las URLs son significativas y amigables.
Los HTML titles son explicativos.

Elementos a tomar en cuenta al momento de fijar la normativa

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Uno de los estigmas que, hasta hoy, debe cargar el ciberespacio, es la poca seriedad que se le ha atribuido a las diferentes dimensiones que componen su enorme realidad. 

Desde la desconfianza que poseemos, respecto de la información que lo circunda, hasta la incredulidad gerencial en cuanto a la intervención, necesidad e idoneidad de los llamados arquitéctos de la información.

Lo anterior, a pesar de que los actuales capitales que mueven al mundo, como son los de Microsoft o Google, provienen de esta misma localidad.

El problema es que la virtualidad, hace rato, dejó de ser un pasatiempo y se trasformó en la principal arma de subsistencia del mundo contemporáneo. Me refiero a herramientas como la comunicación a distancia o el trabajo colaborativo.

Entonces ¿por qué no ceder y concentrarse en superar los escollos que persisten en la Web? Entendiendo a ésta última como la vereda más visible de la Supercarretera de la Información.

La AI culpará, con humildad, a la ambigüedad de su autodefinición, yo, en cambio, a la subestimación y desconsideración que aún persiste hacia los usuarios.

Supuestamente, consumidores ingenuos de un espacio que siempre ha sido menospreciado por el poder, siempre temeroso de perder su influencia a manos de la inteligencia colectiva (en la Web 2.0).

¿O acaso la mala reputación de Wikipedia no se debe a que permite la intervención permanente y libre de los usuarios? ¿Quién nos dice que su participación debe ser cuestionada?

Así como en el pasado, el esfuerzo humano se concentró en la evolución de la locomotora, a pesar de que se la consideró un monstruo de mil cabezas, hoy, es tiempo de confiar en la pertinencia de la arquitectura de la información.

Un campo holístico capaz de construir los cimientos de la Sociedad Informacional, a través del desarrollo de Webs semánticas o inteligentes. Es decir, estructuras lógicas y organizaciones inteligibles que nos ayuden a salir de la inercia, generando reacciones, encontrando respuestas  y completando tareas propias de esta nueva realidad.

Si usted tiene una Web supere el prejuicio de la banalidad, que pesa sobre el ciberespacio, y asuma sin temor que el mundo cambió y que puede resultar fácil y exitoso adaptarse y sacar provecho de él.

“Los costes de un mal  sistema de navegación en una gran empresa pueden alcanzar millones de dólares en perdida de productividad de los empleados”

Si usted tiene un sitio Web ya dio el primer paso, ahora podría seguir su camino aplicando estos consejos:

  1. Diseñe bajo la lógica de “menos es más”: trate que su interfaz sea simple, limpia, de colores claros y que la información importante se ubique en la parte superior de la home. Ejemplo, la de Twitter,  limitada, casi exclusivamente, a la interfaz de la pregunta.
  2. Incruste algunas redes sociales: http://www.slideshare.net/mzkagan/what-the-fk-social-media
  3. Sea una multiplataforma: tenga presente que ya no sólo se navega por el computador, sino también vía Iphone, iPad o Blackberry, por lo tanto, construya su Web pensando en que lo podamos ver en todas partes.  
  4. Innove: evite ser un recogedor de información o copiador de otros sitios, cambie, actualice, pero generando contenido.

 

 

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Estudio periodismo y El Navegador es el periódico digital de mi escuela, una verdadera oda al antiperiodismo digital que con tanta desfachatez criticamos en el aula.

Con un bonito nombre del que pudo sacar partido, se convirtió en una vitrina egoísta que sólo permite saciar las ansias exhibicionistas de futuros periodistas que anhelan escribir para ellos mismos. Monstruoso, pero cierto.

Si no me creen, vean esto. ¿A quién le interesa esta historia?. A nadie más que a su redactor, porque quien escribe tiene que ser amigo de Junior, no existe otra explicación. No intenten opinar, concientes de su realidad, no ofrecen esa opción.

Pero en fin… pensemos en que ahí también cohabitan artículos de calidad, pensados y dedicados al lector; y pasemos al aspecto más técnico de la cuestión.

Toda la carne a la parrilla

A lo largo de la home se pueden contar 38 enormes enlaces a sus artículos, con al menos un año de diferencia entre la noticia más antigua y la más actual. Todos encasillados ordenadamente en una especie de nichos que imitan las secciones de los pasquines impresos.

A los anteriores, les siguen artículos aún más añejos y que, por pudor o por espacio, valla uno a saber, se presentan algo menos destacados. Afortunadamente, nadie baja tantas millas con el croll. ¿Por qué ese afán de colocar todo el contenido en un solo lugar?. El temor es que siga creciendo ¿o no?.

Definitivamente, El Navegador, tomó lo peor de las ediciones impresas y olvidó por completo lo cautivamente que puede resultar el uso de titulares potentes y una buena combinación de colores. Tanto textos como enlaces aparecen con un sólo tipo de letra, además de tener un mismo tamaño y color. Todo esto, sumado al incansable surfista que distrae durante toda una lectura que ya es harto sacrificada.

Aunque no sea la más indicada para decirlo, El Navegador publica, en su mayoría, artículos que no han sido hechos en un lenguaje adecuado para la Web. Valla aquí un ejemplo: mi propio texto, jamás lo hice pensando en el usuario Web. Del editor de texto al portal, parece ser la lógica.

Siendo el medio digital oficial de una escuela de periodismo me parece imprescindible reconstruirlo y de paso presentarle a sus editores un personaje fundamental: el usuario.

En este caso, afortunadamente, no todo está perdido si se toman en cuenta algunas de las consideraciones que menciona Mark Briggs en Periodismo 2.0. Hacer del medio una fuente de contenido y funcionalidad, es decir, buscarle valor a través de las acciones de los usuarios debe ser el objetivo en adelante.

Y no estoy pensando sólo en el usuario externos, sino también en los alumnos que podrían encontrar aquí una verdadera base de datos, listado de fuentes, autoridades, actividades a reportear etc.

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      Con aciertos y fracasos, Internet, avanza a gran velocidad. Algunos analistas han estimado que el número de personas que utilizan la red se dobla cada año y la creación de web sites cada 53 días. Pero en America Latina ¿Cuántos de estos sitios logran constituirse como efectivos canales de comunicación? y ¿Cuántos se vuelven excluyentes?.

      Son tantas las voces que exigen sumarse al proyecto de la Sociedad Informacional, que exigidos internautas tercermundistas adquieren dominios por doquier, sin siquiera modificar sus modos de comunicar. El caso de las organizaciones es algo más penoso, pues teniendo Web no son capaces de transformar sus arcaicas estrategias de comunicación.

      Fiel al usuario, no le achacaré más culpa que su carácter influenciable y afán figurativo, que muchas veces no bastan para perseverar frente a las trabas que impone Internet a este lado del mundo. Me refiero a las dificultades que Miquel de Moragas clasifica como: de acceso a las tecnologías; culturales, sociales y comunicativas; y tecnológicas, que aún existen en nuestro continente.

       Sí, seré tajante con quienes ostentan el poder: las grandes potencias tecnológicas que nos han convencido de los alcances infinitos de Internet. Como habitante del Tercer Mundo, me parece contradictorio el hecho que organizaciones internacionales, sabiendo que se dirigen a interlocutores con retraso tecnológico, ocupen software y hardwares, tan de punta que ni siquiera pueden adaptarse a las computadoras que circulan masivamente en la zona.

      Instituciones que sin duda “no piensan en términos de sociedad de la información, sino en términos de sociedad tecnológica y competitiva, en términos de sociedad de los bits[1]. Cuantas veces este subusuario, poseedor de una computadora de oferta y cliente de un  servicio de Internet lento y costoso, ha sido victima del colapso de su humilde aparataje. La suma de esos contratiempos dice mucho.

      Jacobs Nielsen, contribuye a este reclamo con un interesante catálogo donde podemos encontrar algunos de los errores más comunes en la construcción y diseño de los sitios Web. A mi modo de ver, faltas que nos continúan incomunicando, segregando y negando nuestra propia racionalidad e identidad como de costumbre.

      Exceso de páginas emergentes, imágenes animadas y textos activos, enlaces inútiles; informaciones esparcidas por toda la pantalla; dominios interminables y la imposición de password a las informaciones disponibles; se suman a la lentitud, tiempo de acceso y riesgos de interrupción propios de la Internet al sur del mundo.

      No es extrañarse, entonces, que los latinoamericanos seamos los primeros en lamentarnos por el fin de la comunicación real, directa, de persona a persona, como señala José Saramago, y anhelemos volver a lo primitivo. Aunque, eso signifique perder una gran oportunidad que se nos ofrecía como medio de comunicación para la resistencia de nuestros pueblos.


[1] De Moragas, Miquel (2004), Internet: Facilidades Tecnológicas, Dificultades de Comunicación, En Portal de la comunicación. Aula abierta | Lecciones básicas. Pág. 10. Versión Digital.

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      Quizás mi apreciación sea compartida, quizás no. Por estos días, Chile, parece un país acéfalo. Irónico, teniendo en cuenta que quien nos gobierna es uno de los hombres más ricos del mundo, un estandarte del poder y el capitalismo, modelo cuya bandera de lucha es la concentración de todo, del poder y el capital.

      En medio de lo desconcertante que fue el triunfo de este líder derechista y el choc causado por el terremoto, perdimos todo rastro de la huella identitaria que debía emerger de nuestra nueva oposición.

      En política nada es como se ve y por eso suponíamos que el publicitado conclave de la Concertación nos ayudaría a identificar a esta nueva fuerza opositora. Más que entregar propuestas de reconstrucción post terremoto, guardábamos la secreta esperanza de conocer el nuevo liderazgo que interpelaría al poder oficial durante los próximos cuatro años.

      Per la Concertación volvió a ser sorda. Ni siquiera Camilo Escalona aprendió del impass que sufrió cuando algunos rebeldes intentaron enajenarlo de la vida pública. A cambio, optaron por exaltar la figura de sus cuatro ex presidentes, lo que nubló aún más el panorama .

      Sujetos que gobernaron Chile con relativa probidad, hablaron más fuerte que nunca, más unidos que nunca, como un gran escudo, detrás del cual no existe nada, porque la Concertación sigue estando desconcertada. Aún peor, lo seguirá estando, mientras entienda que no bastan los liderazgos fuertes, cuando el verdadero progresismo exige representatividad.

      Con un dejo de resignación, esperábamos ver en la primera linea a Tohá, Rossi, Diaz oLagos Weber, pero estuvieron detrás, donde han estado siempre y parece, se quedarán. De aquel poder político, que como sea que halla sido, se reveló a la opresion, queda poco. Temen a la confrontación interna, rehullen la autocritica y sensuran el pensamiento moderno e inclusivo que reniega, en hora buena, de la política tradicional.

      A mi modo de entender, resultan dos reflexiones básicas de lo anterior: el actual gobierno carece de liderazgo, pues parece que aún nos gobernara la Concertación. Mucho más después que se le ocurriera exhibir el poderío simbólico de sus viejos estandartes, validando a quienes ven al nuevo Presidente como un soldadito de plomo; y por otra, una Concertación conservadora y egoísta que no se compromete ni apoya nuevos liderazgos, ignorando a quienes le exigen mayor representatividad.

      ¿Qué queda para los ciudadanos? con una coalision opositora que se dice liberal, cuando no lo es y no lo será mientras siga liderada por estos dinosaurios. ¿Acefalia en el poder y en la oposición?.

      Un país que conserva todo aquello que alguna vez sirvió, fracasó o causó daño y se niega a dejar la política pactada atrás, no es un país que avanza. Trabajar para consumir, es lo que nos espera y eso es transitar por un camino empantanado.

Referencias:

El cónclave de la Concertación, minuto a minuto ; Poca autocrítica en el cónclave de la Concertación;«Exigimos ser consultados para poder explicar nuestra posición sobre tareas futuras»;El cónclave de la Concertación

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Por Lorena Mancilla P.

Una de las cualidades del periodismo, que bien puede deshumanizarlo o convertirlo en uno de sus principales atractivos es su capacidad para abstraerse de la realidad y observarla desde un margen ficticio e imaginado. Un contexto que impone al periodista un feedback mezquino entre él y el público, que siempre estuvo enajenado. En medio de la profunda crisis por la cual atraviesa la profesión , resulta válido cuestionar dicha posición de privilegio.

 No compartimos el radicalismo que proyecta la vida humana futura sólo a un plano online, pero reconocemos en la Web 2.0 una rica fuente de enseñanza para el futuro de nuestra profesión. Es la Web quien le ha ofrecido, al periodismo, un espacio generoso que lo insta a conocer y valorar a la audiencia, porque “una de las ventajas de los contenidos online es que disponen de la capacidad de analizar lo que sus visitantes realizan y conseguir información acerca de sus usos y preferencias”[1].

El golpe ya no es merito del periodista, sino de un público que lo presiona y exige marcar su propia pauta noticiosa, a través de lo que llamaremos la Agenda Setting de la audiencia, donde “el papel tradicional del editor queda totalmente trastocado y pierde poder en el negocio de la organización y jerarquización de la información, en un entorno donde ya no deciden que exponer y que ignorar”[2]. Un rasgo del ciberperiodismo que viene a socavar el concepto de noticia y cuestiones ligadas a él como: la inmediatez, la información como mercancía aislada, conclusa (al contrario de lo que podriamos llamar noticia beta) e indiferente del contexto. Asuntos que a continuación veremos muy someramente.

                  La construcción de la cibernoticia ignoró criterios básicos como la relevancia, novedad, proximidad, etc., para estructurarse en base a cuestiones como el acceso, consumo e interacción. A través de los medios digitales, “las historias tendrán que preocuparse por el usuario; el contexto que se entrega mediante la oferta de medios que se agregan al relato central y finalmente, su potencial comunicativo”[3]. La enseñanza, según nosotros, es que la gente resultó mucho más innovadora, contingente, sensacional y rica en contenidos de lo que algún día el periodismo pensó.

               Por otra parte, la importancia del contexto trasformó el proceso finito de la noticia en un ciclo continuo que derribó la exclusividad de la pirámide invertida dando paso a una constituida de manera horizontal, donde “cualquiera de las áreas involucradas es tan importante como los datos iniciales”[4], evitando una jerarquizacion editorial de las noticias basada en la relevancia periodística o mediática de los hechos.

      La nueva figura vino a revelar que “los criterios usados por los periodistas para ordenar la información no necesariamente eran los mismos que los de los lectores”[5] y se ha convertido en otra “técnica liberadora para los usuarios…que pueden navegar las noticias siguiendo sus propios patrones”[6].

 Creemos que todo lo anterior deja una reflexión básica al periodismo actual: el no dejarse obnubilar sólo por incorporar modalidades digitales a los contenidos tradicionales, sino detenerse y vincularse más activamente con la audiencia, dejando ese rol poco productivo de mero observador.

 


 

[1] Camus, Juan Carlos (2009), “Tienes 5 Segundos”. Pág. 27.

[2] Cobo, Cristóbal (2007), “Planeta Web 2.0”. Editorial FLACSO, México. Pág. 29.

[3] Camus, Juan Carlos (2009), “Tienes 5 Segundos”. Pág. 15

[4] Camus, Juan Carlos (2009), “Tienes 5 Segundos”. Pág. 31

[5] Camus, Juan Carlos (2009), “Tienes 5 Segundos”. Pág. 32.

[6] Camus, Juan Carlos (2009), “Tienes 5 Segundos”. Pág. 32.

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